martes, 27 de abril de 2010

Los hombres comprometidos.

Como ya dije en la última entrada, los hombres comprometidos o con intención de llegar a serlo no son precisamente una plaga. Sin embargo, son los más deseados por nosotras. Y una vez que te conviertes en uno de ellos, a ojos de las mujeres ganas ocho puntos en una escala del uno al diez.

A mí me pasa muy a menudo. Conozco a un tío feote, poco agraciado vamos. Mantengo con él conversaciones sobre los cómics de la Marvel y la fusión de los iones en las plantas eucaríticas. Come con la boca ligeramente entreabierta. Viste mal, urticariamente hablando. Me habla de sus padres y tiene una extraña relación pseudo psicótica y ligeramente sexual con su perro Spike. Y de repente, cuando estoy a punto de marcharme, me dice que tiene novia. A-a-a-a-a-aaamigo! ¡Haber empezado por ahí! Entonces le empiezo a ver atractivo. Y la conversación con mis amigas es la siguiente:

"Hombre, la verdad es que el chico no está del todo mal. Tiene un aire así... intelectual. ¡Las gafas de culo de vaso le sientan de maravilla! Y hace una combinación de colores en un sólo modelito que ni Custo, hija. Encima es tan inteligente... sabe de cosas que jamás pensé que aprendería. ¡Amante de los animales! Y encima tiene novia. Por algo será que no está soltero, ¿no? Oye... ¿me estás escuchando? ¡QUE TIENE NOVIA! Tiene un don oculto que estoy dispuesta a descubrir".

Así comienza la lucha por conquistar al hombre comprometido. La larga espera, cargada de paciencia, para encontrar un bajón en su actual relación y hacer de amiga vibratoria (amiga+consolador en el mismo pack). Me arreglo durante horas para ir a la biblioteca, me encuentro casualmente con él en los doscientos cuarenta pasillos de la facultad. Le guiño el ojo. Memorizo una conferencia de Punset y se la suelto en uno de nuestros encontronazos. Y después de un mes de intenso trabajo, llega el momento crucial:

-Oye Godofredo (está bien, tiene un nombre feo, pero muy poco habitual! Es un punto para buscarle en Facebook!). Godofredo, ¿no quedas hoy con Marta?
-No, la verdad es que no. Estamos pasando por un momento un poco complicado.
-Oh vaya, cuánto lo siento de verdad. Perdóname jopé si lo sé no te pregunto... ¿vamos a tomar un café y me cuentas lo que ocurre?

Y así comienza la fase vibratoria.

-Tranquilo, Godi. Me parece fatal por su parte que se vaya de Erasmus sin contar contigo. Ni que la formación fuese más importante que vuestra relación vamos... A mí me pasó algo similar, pero me quedé por mi exnovio. Luego fue él quien me dio la patada, pero al menos me sentí satisfecha porque hice lo que me dictaba el corazón en ese momento. Es lo que hago siempre... soy espontánea, amiga de mis amigas, me gusta leer (...)

Y queda oficiamente inaugurada la fase comercial. Es la auto-venta, una técnica que tengo dominada.

Al cabo de dos semanas de batalla campal, llega Godofredo entusiasmado:

-Amanda, al fin lo he hecho. He dejado a Marta.
-No, ¿de verdad? ¿Por mí?
-Sí. Ya no hay por qué poner trabas a nuestro amor.

Oh Dios. ¡Oh oh Dios mío! Godofredo se transforma. Es como si se quitase un disfraz de Jude Law y debajo apareciese Eduardo Gómez. Te acuerdas de que le pone su perro. De esa boca entreabierta. Pierde todo su encanto. Y es que pasa de ser un hombre comprometido, a secas, a ser un hombre comprometido contigo.

Y eso, tratándose de Godofredo, no me gusta.

jueves, 22 de abril de 2010

Los hombres solteros.

Los hombres solteros abundan. Los hay por todas partes. Das una patada y salen cuarenta y cinco. De esos cuarenta y cinco, diez son gays. Cinco son amigos íntimos. Otros nueve son divorciados. Siete son extremadamente feos. Seis son sencillamente raritos. Y nos quedan Ocho. Ocho solteros disponibles de buen ver, con los que casarse, tener hijos y cuidar a los nietos.

Esos ocho, sólo ocho, no quieren comprometerse. El hombre con ganas de atarse es un burro. Burro no porque hable con un palillo en la boca y diga "yija"... un burraco porque está, como los burros, en peligro de extinción.

Ya no se estilan las relaciones estables. Hoy lo hablaba con Pau, mi soltera favorita. Paseando por Madrid hemos llegado a la conclusión de que el problema es la carne que consumimos. Y me explico: a las vacas en crecimiento les inyectan hormonas. Estas hormonas, como leí en un reportaje hace no mucho, se alojan en el cuerpo humano y tienen consecuencias nefastas. Hay niños pequeños con tetas. Y ahí esta el quid de la cuestión. Las hormonas encogen las pelotas de los solteros anti-compromiso. Así pasa, que les faltan huevos para dar el salto.

En definitiva, todo es culpa de las industrias cárnicas. Sin embargo, los ya famosos productos químicos incrementan el desarrollo del cerebro de estos descerebrados, que se inventan excusas con una facilidad y una soltura que más la quisiera yo para mí. "Dame dos meses". "Estoy agobiado". "No me encuentro muy bien"... ¡Pero hombre! ¡Espérate a follar y ya si eso me mandas a tomar por culo!

Ahora se estila salir de farra, hincharte a copazos, mirar veintiseis culetes, ser amigo de tus amigos, encontrar la mononucleosis en esa rubia del fondo y pasar del rollo de tener a una chati fija. Y si algo deseo profundamente es que pasen los años y se vean pellejudos, canosos, con pelos en la nariz y orejas, y que se vayan a decirle a la tía que les entre que no están para compromisos. Já.


A este paso, creo que me voy a quedar para vestir Santos. Pero si para vestirlos primero hay que verlos desnudos, yo me apunto.


*Propósito de hoy: no juzgar a todos los hombres con el mismo patrón. Mi padre es bueno.